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Lo más relevante del tercer mes fue el cambio brutal que dio. Al cumplir 3 meses era un bebé diferente, había dejado de ser un bebé recién nacido, pequeñito y flaquito, para pasar a ser un ¡bebé grande!
Desde que David nació yo he ido leyendo un libro que se llama "What to expect the first year" que no es más que una guía de lo que va pasando el bebé, mes a mes. Ha sido una ayuda inmensa, porque como lo iba leyendo los capítulos a medida que David pasaba por esos meses, podía notar que las nuevas cosas que iba haciendo, estaban de acuerdo a su edad o podía notar los primeros indicios de cosas que iría logrando más adelante.
En ese libro recomiendan que desde el segundo mes se le empiece a colocar boca abajo, por tiempos cortos y supervisados, para jugar. El bebé intentará alzar la cabeza y eso hará que vaya fortaleciendo los músculos del cuello.
La verdad es que el segundo mes estuvo lleno de cosas nuevas y yo no presté atención a hacerle pasar el "tummy time" correspondiente y nos llegó el tercer mes sin ni siquiera medio levantar la cabeza. Al principio de este mes estaba dispuesta a no dejar pasar un día más.
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El primer día se notaba el esfuerzo que hacía y no lograba levantar la cabeza, aunque lo intentaba. El segundo día ya la alzaba por segundos y así, cada día estaba más fuerte. Al final de este mes estaba hecho un campeón.
Agosto trajo una fecha buenísima: ¡Vacaciones con el papi! Eduardo agarró dos semanas de vacaciones que disfrutamos un montón.
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Podíamos haber hecho muchas cosas: ir a la playa, ir a parques, disfrutar del aire libre... pero resulta que David odiaba el coche, a los 5 minutos estar metido ahí empezaba a llorar desesperado y había que sacarlo, entonces uno de nosotros iba con el bebé cargado (casi siempre Edu) y el otro arrastrando el coche vacío. Eso significaba paseos muy muy cortos, porque el señorito ya estaba pesadito.
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Ah, pero también odiaba la silla del carro. Noooo, los llantos y escándalos que montaba eran de película de terror. Una vez que fuimos a visitar a Gaby y Danny, se pegó 45 minutos llorando seguido, en el viaje de regreso. Llegamos con los pelos y los nervios de punta. Por lo que quedaron descartados los viajes a la playa, ni a sitios que tuviéramos que ir en carro, a menos que fuera estrictamente necesario.
Visto lo visto y con el calor infernal que hacía, decidimos que lo mejor sería disfrutar de las vacaciones tranquilos en casita, ir al club y sobre todo, disfrutar juntos del tiempo con el bebé. No queríamos que el papi volviera al trabajo.
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En su cita de los tres meses el pediatra lo encontró muy fuerte, grande y sanito.
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Para ver fotos del 3er mes de Bebemío, haz click aquí.
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