sábado, 19 de noviembre de 2011

Mi cuarto mes

En este mes las manos han sido las protagonistas en la vida de Bebemío.


Se ha encontrado las manos y las une. Debe ser un descubrimiento muy divertido para él.
Los sonajeros y las maraquitas han sido sus juguetes favoritos. Antes no agarraba nada, ahora puede agarrar la maraquita y agitarla. Puede agarrar hasta dos sonajeros, uno en cada mano y agitarlos.

Cuando hablaba con los abuelitos por skype y le saludaban con la mano, él levantaba la manito y hacía movimientos parecidos a un saludo. En un principio pensábamos que era coincidencia, pero cada vez que se lo pedían lo hacía, ¡qué risa!, parecía un niño grande.

En el mes de septiembre vino nuestra amiga Gaby desde Brasil, estuvimos paseando por Barcelona y junto a la pequeña saltamontina le regalaron un perrito, que le llamamos Felipe. ¡Felipe se ha convertido en su mejor amigo!

En la alfombrita de los juegos hacía sus intentos de voltearse. Aunque no lo lograba, se ponía de lado y jugaba con Felipe y sus juguetes en esa posición, ¡todo un avance!, se notaba que iba obteniendo más control de sus piernas y sus brazos y eso le permitía jugar mejor.
Por esta razón, abrimos una nueva zona de juegos. Mi prima Vero nos regaló un corralito, lo instalé en la sala y desde ese momento tenemos: la silla de la tele, el Baby Gym, el corralito y los brazos de la mami... ¡todo un circuito de juegos!

En las tardes salíamos con Pecus a pasear en el morralito. Como ya sostenía la cabecita, él ya podía ir de frente, pero como tiene unos jamoncitos de piernas no le entraban de frente en el morralito. Empezamos a usar el Sling que nos mandó la tía Stacy, ¡buenísimo!, le parecía divertidísimo ir viendo todo por el camino.

En la cita de los 4 meses, el doctor lo encontró grande y sano. Le puso un refuerzo de las vacunas, un pinchacito en la pierna. Fue gracioso, porque cuando el doctor y la enfermera se agacharon para pincharlo, él les sonrió, supongo que pensando que iban a jugar con él (se me arrugó un poquito el corazón) y el doctor lo pinchó y se quedó con una cara de ¿qué está pasando aquí? y cuando sacó la aguja fue cuando arrugó la cara. El doctor le puso la curita rapidísimo y me lo pasó. Como le sonreí y le hablé chiquiteado, se calmó y no lloró, ¡Es que es un santico, mi chupa chup!


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