lunes, 24 de septiembre de 2012

¡Feliz 16to cumplemes!


¡Feliz 16to cumplemes, Bebemío!

 Ayer cumplimos 16 meses y nadie se acordó. Estos papis locos que no ven el calendario cuando llega el fin de semana y se pierden de celebrar estas ocasiones en el día correcto. El papi dice que después de cumplir 1 año, ya no se celebran los meses. Pero ¡está muy equivocado! ¡En esta casa se celebra todo! Meses, años y tooooodoooo.

Así que hoy, un día tarde, les traemos la sesión de fotos del cumplemes, para que las disfruten. 

Ah, pero eso no podía ser todo, les traemos una gran ñapa: fotos del primer día comiendo cambur con tenedor: la mami le dio la semana pasada por primera vez su fruta del desayuno en un platico, con un tenedor. Le dijo qué hacer y esperó. Voilà! Después de varios intentos, él mismo descifró qué hacer y así hemos seguido comiéndonos la fruta de la mañana, desde ese día ¡Con tenedor! Tenemos fotos para el recuerdo.










¡Epa, tu!



#2


¡No más fotos, please!



¡Esos pelos!




¡Vamos, Pecus!




¡Huye, pajarito!



Me gusta la camita de Pecus
¿Qué hay aquí?
¿Y tu, qué me miras? 

No era tan difícil... 










lunes, 17 de septiembre de 2012

Bebemío y la piscina


Esta es una historia que ha cambiado mucho, en pocos meses. 

Cuando empezó el calor, más o menos hacia el mes de junio, llevamos a Bebemío a la playa por primera vez. Aquí lo reseñamos. Y el resumen sería: la arena, un éxito. El agua: no tanto.
Después de ese paseo a la playa lo llevamos a la piscina del club. No había arena, no hubo éxito de ningún tipo. Cuando lo sumergíamos, lloraba. Ponía cara de tortura, pero ahí se quedaba. Lo llevamos un par de veces más y nos rendimos.

En agosto empezó una ola de calor horrible, en la que nos moríamos asados en la casa y yo decidí llevármelo a la piscina. Lo prefería torturado, pero fresquito y no tranquilo, pero asado.

¡Qué diferencia! Como ya caminaba, empezó a familiarizarse con la piscina más fácilmente (parecía que era como su bañera, pero más grande). 
A medida que pasaban los días, se veía más cómodo, jugaba con sus juguetes, se movía de un lado a otro agarrándose del borde... hasta que ya se atrevía a caminar solo hacia el centro de la piscina. Había llegado el momento de comprarle los salvavidas ¡Qué maravilla!

En las fotos podrán ver que yo le pongo los flotadores, lo meto en la piscina y él se va para adentro sin temor de nada ¡Bebemío, mío!